En
todo lugar, época y cultura, ha existido la necesidad en las personas de cuidar
y ser cuidadas.
El
sujeto de cuidado- los individuos, familias y colectivos, sanos y enfermos
constituyen el epicentro del cuidado de enfermería y por eso el cuidado
individualizado, respeta la autonomía, la unicidad o la totalidad de los seres
humanos como individuos y colectivos.
El
cuidado de enfermería es el bien interno de la profesión. En un acercamiento de
la profesión a la filosofía del cuidar, algunas enfermeras y la filósofa Adela
Cortina, recogen la definición de práctica como: “una actividad social
cooperativa que se caracteriza por tender a alcanzar unos bienes que son
internos a ella misma y que ninguna otra puede proporcionar. Estos bienes son
precisamente los que le dan sentido, constituyen la racionalidad que le es
propia y a la vez, le presentan legitimidad social”.
En
el cuidador de enfermería también es necesario tener en cuenta al cuidador como
ser potencialmente vulnerable, consciente de su vulnerabilidad y la de los
demás a quienes cuida.
El
cuidado de enfermería como fin de la profesión necesita medios para su
realización, los cuales se constituyen en orientadores, en pilares, en
componentes éticos del cuidar, que lo definen y especifican.
El
principio de justicia tiene relación con la distribución de cargas y
beneficios, con la racionalización del gasto, y de los recursos disponibles y
la formulación de políticas de salud.
Los
valores son propiedades o cualidades que poseen las personas, sirven de base
para las normas, las reglas y los comportamientos de los individuos.
Para
el cuidado de enfermería de los individuos, familias y colectivos presento
algunas propiedades que derivan de las características de los seres humanos,
dignos, únicos e irrepetibles, vulnerables, libres y con igualdad de derechos.
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